Comenzamos a oír las primeras voces de los ayuntamientos incluidos en espacios naturales protegidos, proponiendo la necesidad de cobrar para que los visitantes puedan acceder a dichos espacios, con el fin de conseguir una gestión eficaz que sin duda tiene que ir ligada a unos recursos económicos que ninguna de las administraciones está en condiciones de aporta en estos momentos.

Del mismo modo, prolifera la opinión de la necesidad de cobrar, eso sí, de forma simbólica, por visitar nuestros monumentos más emblemáticos así como nuestros museos y centros de interpretación, que no nos cansamos de inaugurar en un pueblo si y en otro también.

Como es lógico, cuando un proyecto de estas características es apoyado con fondos públicos en su ejecución, obliga a la entidad promotora, en la mayoría de los casos el ayuntamiento del pueblo, a cumplir unos determinados horarios de apertura y a estar abierto un mínimo de meses al año, por lo tanto, va a necesitar de un personal para atenderlo y afrontar unos gastos corrientes básicos de luz, calefacción, agua, etc.; en definitiva unos gastos de gestión, que deberían haberse contemplado en el estudio de viabilidad inicial cuando se planteó el proyecto, pero que lamentablemente en la mayoría de los casos se ignora y se deja a la suerte del agente de desarrollo local o a la imaginación de la corporación entrante, que por lo general, en estos momentos de crisis que nos acompañan buscan la solución más sencilla que es cerrar el local.

En otras ocasiones, se juega a empresario y el razonamiento más inmediato, surge con la idea de que unos gastos los podemos afrontar con unos ingresos procedentes como no de cobrar una entrada. Y aquí surge el concepto de precio simbólico y lo que cada ciudadano entiende al acotar esa cantidad a cobrar, un euro, dos euros, hasta tres euros es una cantidad simbólica…; la respuesta enseguida nos la marca el mercado, en este caso el turista que se acerca a nuestra ciudad, si cobramos 2 o 3 euros por visitar  un centro de interpretación, van a visitar ese espacio un 10% de los potenciales visitantes.

Por todo ello, es necesario que seamos innovadores, buscando proyectos singulares que puedan atraer al visitante, pero para ello lo primero que tenemos que diseñar son unos buenos contenidos. De nada nos sirve una gran obra civil, si no dejamos el presupuesto adecuado para desarrollar y contar un hilo argumental sobre nuestra historia, nuestra cultura o nuestras tradiciones, que sea capaz de atraer y sobre todo emocionar al turista.