Sin duda el mes de agosto que comienza en una par de días nos dibuja una provincia completamente distinta de la realidad que vivimos en el día a día a lo largo de todo el año. Si la capital cambia su fisonomía con gente que abarrota terrazas y comercios, todos los pueblos de la provincia se llenan estos días de vida, con niños que juegan, coches que llenan las calles y plazas, pero sobretodo percibimos una sensación agridulce de lo que fueron nuestros pueblos no hace mucho tiempo y que sin darnos cuenta tuvimos que abandonar porque los servicios que nos proporcionaban no eran suficientes en esta sociedad que avanzaba a un ritmo vertiginoso, apoyada en la mayoría de los casos en el imperio de la construcción.

Con la crisis económica el modelo se deshizo en pedazos y nos dimos cuenta que no necesitábamos muchos de los bienes superfluos que acaparábamos gracias a las facilidades crediticias que nos habían proporcionado las entidades financieras; que la forma de vida que nos ofrecía el medio rural y nuestros pueblos quizá no era del todo tan mala, teníamos de casi todo, pero no debimos permitir que como ocurre siempre, las administraciones recortaran al más débil, que sin duda es la población que vive en el medio rural, por lo general muy envejecida con poco poder de convicción en los últimos años de sus vidas.

Y es que si realmente nos dirigimos a un nuevo modelo de sociedad, escarmentados de esta falsa y ficticia opulencia que hemos vivido en estas últimas décadas, no podemos consentir que perdamos lo único positivo que hemos conseguido hasta la fecha, disponer de unos servicios más que merecidos para cualquier población de nuestra provincia; todos tenemos claro que no podemos tener un colegio o un consultorio médico en cada uno de nuestros pueblos, pues es inviable técnica y económicamente, pero no podemos permitir que se les siga llenando la boca de desarrollo rural cuando ni se lo creen ni lo practican. Que esté mes de agosto, de reuniones familiares, de encuentro de amigos, de fiestas en casi todos los pueblos de nuestra provincia, sirva también para reivindicar por todos, que nuestros pueblos no son sólo para el verano y para los veraneantes, ya que hay más de trescientos días del año que en muchos de ellos es muy complicado poder vivir.