Estamos asistiendo estos últimos años de crisis y recesión a retomar modelos y formas de hacer que habíamos abandonado hace décadas, de una economía basada en el crédito fácil y un poder adquisitivo irreal y a todos luces por encima de nuestras posibilidades hemos pasado al infraconsumo y a la mínima actividad comercial, que está abocando en muchos casos al cierre de comercios incapaces de generar los ingresos mínimos que les pueda permitir mantener sus negocios abiertos. Esta situación se está haciendo mucho más dramática en los cascos antiguos de las ciudades, que carecen de herramientas que les puedan hacer mínimamente competitivos ante las grandes superficies. Y es que resulta estremecedor ver como calles completas van cerrando sus negocios unos tras otros con la consiguiente pérdida de protagonismo social y sobre todo económico de sus inmuebles.

La crisis está cambiando profundamente el plano de la ciudad y sería preciso no perder de vista esta situación e intentar diseñar estrategias que permitan darle una salida a estos espacios urbanos, que de lo contrario acabarán degradados y perdidos para el uso público. Cuando se comenzó a hablar de la Ciudad del Medioambiente, fueron muchas las voces que animaban a integrar este proyecto dentro de la propia ciudad, con el consiguiente efecto dinamizador; quizá también hubiera sido buen momento para plantear el salto definitivo del Duero y que fuera la margen izquierda el eje articulador de un proyecto sostenible desde todos los puntos de vista.

Sin duda hay que seguir trabajando por una ciudad coqueta y acogedora como es Soria, con iniciativas necesarias de peatonalización que en muchos casos van a ayudar a renacer ese pequeño comercio agónico en la actualidad; por otro lado, no podemos olvidar que a pesar de ser la “gran desconocida”, hay que seguir tejiendo redes entre todos y cada uno de los servicios turísticos y hosteleros de nuestra ciudad, con el fin de crear para el visitante y el turista, un lugar de encuentro, de descanso y sobre todo de paseo y disfrute. Desde este punto de vista, creo que Soria tiene su futuro garantizado, me preocupa mucho más la situación de nuestros pueblos, de sus conjuntos históricos necesitados de actuaciones urgentes y sobre todo de muchos comercios que han ido cerrando estos años de crisis y que difícilmente volverán abrir sus puertas.